Con el lavado de pies en la celebración de Jueves Santo la Iglesia católica llama a imitar la humildad y el servicio de Jesús. El papa Francisco fue el primero en repetir este gesto de Cristo en la celebración de la Última Cena. Eligió como escenario el centro de acogida de refugiados de Castelnuovo di Porto, en las afueras de Roma, donde actualmente residen casi 900 solicitantes de asilo, en su mayoría de confesión musulmana.
Francisco lavó los pies a una voluntaria católica de Italia y a 11 refugiados: tres musulmanes, un hindú, tres cristianas coptas originarias de Eritrea y a cuatro jóvenes católicos de Nigeria.
Este gesto sirvió al pontífice para ejemplificar el valor de la paz y de la integración, como él mismo explicó. Destacó la convivencia pacífica que hay entre los refugiados de diferentes religiones, en contraposición con quienes, como en el ataque a Bruselas (Bélgica), solo buscan el odio y la guerra. “Todos nosotros juntos, musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, hermanos, hijos del mismo Dios, queremos vivir en paz, integrados”, expresó.
Más adelante, agregó que aunque cada uno de los refugiados tiene “una historia encima”, con “tantas cruces y tantos dolores”, a la vez “tienen un corazón abierto que quiere la fraternidad”. Al final de la celebración, el papa se acercó a saludar a varios de los refugiados, con quienes pudo intercambiar palabras gracias a tres traductores, uno de Afganistán, de Malí y otro de Eritrea.
En la capital cruceña
El arzobispo de Santa Cruz, Sergio Gualberti, lavó los pies a personas con capacidad diferente, durante la celebración del Jueves Santo, realizado anoche dentro de la catedral y no en el atrio, como suele hacerse otros años, debido a la lluvia.
En esta ocasión, se eligió a representantes de este sector de la población porque en estos momentos enfrentan una lucha por mejores condiciones de vida.
Gualberti dijo que las personas con discapacidad son un sector vulnerable que necesita que la sociedad les responda y se les acerque.
Recordó que el servicio es el medio de salvación y que en la Última Cena el Señor instituyó la eucaristía, ofreciendo su cuerpo y su sangre como sacrificio, porque se entrega como alimento de vida eterna y como salvación.
Indicó que el lavatorio de pies es el signo de amor que se vuelve servicio
Francisco lavó los pies a una voluntaria católica de Italia y a 11 refugiados: tres musulmanes, un hindú, tres cristianas coptas originarias de Eritrea y a cuatro jóvenes católicos de Nigeria.
Este gesto sirvió al pontífice para ejemplificar el valor de la paz y de la integración, como él mismo explicó. Destacó la convivencia pacífica que hay entre los refugiados de diferentes religiones, en contraposición con quienes, como en el ataque a Bruselas (Bélgica), solo buscan el odio y la guerra. “Todos nosotros juntos, musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, hermanos, hijos del mismo Dios, queremos vivir en paz, integrados”, expresó.
Más adelante, agregó que aunque cada uno de los refugiados tiene “una historia encima”, con “tantas cruces y tantos dolores”, a la vez “tienen un corazón abierto que quiere la fraternidad”. Al final de la celebración, el papa se acercó a saludar a varios de los refugiados, con quienes pudo intercambiar palabras gracias a tres traductores, uno de Afganistán, de Malí y otro de Eritrea.
En la capital cruceña
El arzobispo de Santa Cruz, Sergio Gualberti, lavó los pies a personas con capacidad diferente, durante la celebración del Jueves Santo, realizado anoche dentro de la catedral y no en el atrio, como suele hacerse otros años, debido a la lluvia.
En esta ocasión, se eligió a representantes de este sector de la población porque en estos momentos enfrentan una lucha por mejores condiciones de vida.
Gualberti dijo que las personas con discapacidad son un sector vulnerable que necesita que la sociedad les responda y se les acerque.
Recordó que el servicio es el medio de salvación y que en la Última Cena el Señor instituyó la eucaristía, ofreciendo su cuerpo y su sangre como sacrificio, porque se entrega como alimento de vida eterna y como salvación.
Indicó que el lavatorio de pies es el signo de amor que se vuelve servicio
Fuente: El Deber
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