La historia de la Iglesia católica en Bolivia cambió drásticamente desde que Evo Morales llegó a Palacio Quemado. La jerarquía religiosa era por costumbre la intermediadora en todo conflicto social, pero ahora quedó relegada.
Es más, desde que se aprobó la Constitución Política del Estado, Bolivia dejó de ser un Estado católico y pasó a ser laico y con libertad de religiones. Bajo la nueva lógica, el mandatario siempre tuvo buena relación con la curia instalada en el Vaticano, y por el contrario, tuvo muchos roces con los jerarcas religiosos en Bolivia, a quienes los calificó como sus “enemigos”.
Ahora, la Iglesia católica en Bolivia revela duras críticas que a veces se orientan a un papel político. Pero también aplaude la gestión del Gobierno, como por ejemplo, el manejo económico.
Esta ambivalencia entre Iglesia y Gobierno se vivió desde que Morales está en el poder. Hace poco se tensionó a causa de la campaña del padre Mateo Bautista, que pide el 10% de inversión para el sector de salud. Las autoridades lo tildaron de “derechista”.
La socióloga María Teresa Zegada identificó paradojas en la relación entre el jefe de Estado y la Iglesia. “Vemos a un presidente que dice que el papa Francisco es ‘su papa’ y también vemos a un presidente peleado con la Iglesia en Bolivia, a la que tilda de opositora, es paradójico”, consideró.
Por su parte, el diputado Manuel Canelas (MAS) prefiere dividir la explicación. Una cosa es, dijo, la relación con la jerarquía, y otro es el entendimiento con los creyentes. “Vimos a jerarcas metidos en política, en críticas hacia el Gobierno, pero también vimos a sacerdotes y creyentes que se ocupan de su pueblo. Entonces, son dos casos muy diferentes”, explicó.
Al menos cinco conflictos marcaron la relación entre Ejecutivo y la curia. El primero en julio de 2009, cuando Morales pidió que la Iglesia católica “desaparezca” de Bolivia porque es un “símbolo del colonialismo europeo”.
Denuncia de narcotráfico
En noviembre de 2010, el monseñor Tito Solari, entonces arzobispo de Cochabamba, denunció que niños comercializaban droga en Chapare. El jefe de Estado lo tildó de “vocero del Gobierno de EEUU”.
Otro desencuentro, y quizá el más relevante, sucedió en julio de 2013, cuando Morales impulsó la creación de la “Iglesia católica, apostólica renovada del Estado Plurinacional”. El intento quedó en nada. El arzobispo de Oruro, Cristóbal Bialasik, criticó este hecho y consideró que el Gobierno intentó esa época “dividir la fe” de los bolivianos.
Otra tensión se produjo en agosto de 2014, cuando el MAS calificó al cardenal Julio Terrazas de “derechista” y “proimperialista”. El mismo papa Francisco apoyó a los sacerdotes bolivianos.
La última fricción sucedió con el padre Mateo, a quien tildaron de “derechista” por buscar inversión en salud.
El viceministro de Comunicación, Marcelo Elío, detalló que la relación con el clero mejoró y que ahora se trabaja para recibir al papa
Es más, desde que se aprobó la Constitución Política del Estado, Bolivia dejó de ser un Estado católico y pasó a ser laico y con libertad de religiones. Bajo la nueva lógica, el mandatario siempre tuvo buena relación con la curia instalada en el Vaticano, y por el contrario, tuvo muchos roces con los jerarcas religiosos en Bolivia, a quienes los calificó como sus “enemigos”.
Ahora, la Iglesia católica en Bolivia revela duras críticas que a veces se orientan a un papel político. Pero también aplaude la gestión del Gobierno, como por ejemplo, el manejo económico.
Esta ambivalencia entre Iglesia y Gobierno se vivió desde que Morales está en el poder. Hace poco se tensionó a causa de la campaña del padre Mateo Bautista, que pide el 10% de inversión para el sector de salud. Las autoridades lo tildaron de “derechista”.
La socióloga María Teresa Zegada identificó paradojas en la relación entre el jefe de Estado y la Iglesia. “Vemos a un presidente que dice que el papa Francisco es ‘su papa’ y también vemos a un presidente peleado con la Iglesia en Bolivia, a la que tilda de opositora, es paradójico”, consideró.
Por su parte, el diputado Manuel Canelas (MAS) prefiere dividir la explicación. Una cosa es, dijo, la relación con la jerarquía, y otro es el entendimiento con los creyentes. “Vimos a jerarcas metidos en política, en críticas hacia el Gobierno, pero también vimos a sacerdotes y creyentes que se ocupan de su pueblo. Entonces, son dos casos muy diferentes”, explicó.
Al menos cinco conflictos marcaron la relación entre Ejecutivo y la curia. El primero en julio de 2009, cuando Morales pidió que la Iglesia católica “desaparezca” de Bolivia porque es un “símbolo del colonialismo europeo”.
Denuncia de narcotráfico
En noviembre de 2010, el monseñor Tito Solari, entonces arzobispo de Cochabamba, denunció que niños comercializaban droga en Chapare. El jefe de Estado lo tildó de “vocero del Gobierno de EEUU”.
Otro desencuentro, y quizá el más relevante, sucedió en julio de 2013, cuando Morales impulsó la creación de la “Iglesia católica, apostólica renovada del Estado Plurinacional”. El intento quedó en nada. El arzobispo de Oruro, Cristóbal Bialasik, criticó este hecho y consideró que el Gobierno intentó esa época “dividir la fe” de los bolivianos.
Otra tensión se produjo en agosto de 2014, cuando el MAS calificó al cardenal Julio Terrazas de “derechista” y “proimperialista”. El mismo papa Francisco apoyó a los sacerdotes bolivianos.
La última fricción sucedió con el padre Mateo, a quien tildaron de “derechista” por buscar inversión en salud.
El viceministro de Comunicación, Marcelo Elío, detalló que la relación con el clero mejoró y que ahora se trabaja para recibir al papa
Fuente Informativa: El Deber
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